top of page

October 12: A Reflection on Identity, Resistance, and the Wisdom of Our Ancestors

Updated: Oct 21

By Saúl Bautista

Member of the Indigenous community of Pintag, in the Andes Mountains of Ecuador

Community Educator - Fundación Pachaysana

Active Restorer - Humans for Abundance program


Many memories come during this date, Oct 12. I always remember the struggles to prevent our cultures, our ancient peoples, and our grandfathers and grandmothers from being made invisible to society and the educational system.


One of the most vibrant memories in my mind is what and how I learned in school.  On Oct 12 we were made to understand that our peoples were ignorant before Columbus’s arrival. We were taught that only after the Conquista did our people begin to become intelligent and educated.



This was the impetus in shaping my youth, a youth in which I was embarrassed to be who I really am. My parents and grandparents felt the same pressure. The way they protected us was to not speak our language, Kichwa.


One story that has always stayed with me is something I heard from Javier Cevallos Perugachi, one of my Pachaysana professors who was key for me when I began to question my identity.


He always tells the story of one of his grandparents, whose parents forcefully cut off his hair. Cutting the long hair is cutting a symbol of our wisdom. The longer your hair, the wiser, stronger and conscientious you are.


They cut his hair, they prohibited him to speak Kichwa, they made him dress like a mestizo and then sent him to the city so that he would not suffer what his grandparents suffered.



This is what my grandparents did too. Being indigenous was synonymous with shame.


These stories are what move me and give me strength, and now I understand that our people had a level of knowledge far beyond what today’s educational systems teach us.


Our ancestors were deeply aware of their existence in this territory. They understood the relationship we, as humans, must cultivate with other living beings, and how that connection allows us to sustain life, because everything complements everything else—nothing exists outside of that balance. Everything is interconnected, forming a whole that allows us to exist.


Understanding this fills me with pride. It makes me feel that we should be deeply proud to come from these people, from these stories that show they were among the most powerful peoples.


And now, I can proudly say that we still inhabit these lands.



We are here engaged in a struggle, and we now know that the fight is not a violent act. The fight is returning to our rituals, returning to our stories. It is creating spaces that help us raise our awareness, that inspire us to question what we do, that inspire us to feel our community.



We recognize that we are part of a western world, most focused on economics and usually leading to life feeling dependent on needs that our ancestors never perceived. They had the forest, which was their pharmacy, their market. They didn’t depend on cities. Now, we must travel to towns, to cities, to seek food.



These stories inspire me to feel pride, but also recognize the social pressures we all live under, the same pressure that our leaders are pushing on us.


It is up to us to build the community that we want to live in, and not just thinking of ourselves, adults, but more in our children and those who are still to come.


Our challenge is to keep creating spaces where our children enjoy the ancestral life, a life infused by a consciousness that everything we do is part of this beautiful struggle.



By being aware that everything we do is a form of resistance, we present ourselves to the world and to academia, asserting that our community structures must be respected when decisions are made, when articles are written about Indigenous peoples.


We are not a commercial spectacle; we are a way of life that must be respected, just as we respect other ways of life.


Let us live as we choose, and you live as you choose.


 

Original text in Spanish


Vienen muchas memorias a mi mente de esta fecha 12 de octubre. Siempre recuerdo esas luchas para que nuestras culturas, nuestros pueblos milenarios, nuestros abuelos y abuelas no sean invisibilizadas frente a la sociedad y los sistemas educativos.


Uno de los recuerdos más latentes que tengo es cómo fue mi aprendizaje en la escuela y en el colegio. Los conceptos del 12 de octubre venían ligados a esa relación y ese entender de que nuestros pueblos [indígenas] eran ignorantes antes de la llegada de Cristóbal Colón y cómo hacían pensar que fue después de la conquista que nuestros pueblos empezaron a ser inteligentes y educados. 


Quizás eso fue lo que generó esa niñez y juventud un poco fuerte de la que ahora entiendo, crecí con vergüenza de ser quien soy, porque lamentablemente mis padres y mis abuelos sintieron también esa presión. Pensaron que una forma de protegernos era dejando de hablar nuestro idioma, el Kichwa. 


Algo que siempre relaciono con mi vida, es una historia que escucho contar a Javier Cevallos Perugachi, uno de los profes que fue clave para mí en el momento en el que empecé a cuestionar mi identidad.

Cuenta que, los padres de uno de sus abuelos, en la intención de protegerlo, le cortaron el cabello. 


En los Andes y en a sierra ecuatoriana al igual que en muchos otros pueblos milenarios, el cabello es un sinónimo de sabiduría. Mientras más largo tienes el cabello eres más fuerte, más sabio y más consciente. 

Al cortarle el cabello, también le prohibieron hablar Kichwa y le vistieron como mestizo o lo que ellos llaman mestizo y le mandaban a la ciudad para que así ellos no tengan que sufrir lo que sus abuelos sufrieron. 


Me relaciono con esta historia porque para mis abuelos, identificarse indígena era incluso sinónimo de vergüenza. 


Esas historias son las que me conmueven y me dan fortaleza y ahora logro entender que nuestros pueblos tenían un nivel de conocimiento superior al que hoy por hoy nuestras estructuras educativas nos están enseñando. 


Nuestros pueblos, nuestros abuelos eran muy conscientes de su existencia en nuestro territorio, eran muy conscientes de la relación que uno como humano debe generar a los demás seres vivos y que eso en realidad nos permite sostener nuestra vida porque todo se complementa, nada está fuera de sí. Todo es un complemento para poder existir. 


Entenderlo así me llena de orgullo y eso me hace pensar y me hace sentir que debemos estar super orgullosos de provenir de esos pueblos, de esas historias que demuestran que han sido uno de los pueblos más poderosos y ahora yo puedo decir con orgullo que aún habitamos estas tierras. 

Todavía estamos generando estos actos de resistencia y de lucha que no se trata de golpes. Las luchas no son solo agarrarse a guañuktasos [golpe en kichwa]. Las luchas son esto, volver a los rituales, volver a las historias, volver a esos espacios donde nos permiten ser conscientes, nos permiten cuestionar lo que hacemos, donde nos permiten generar todavía ese sentimiento de comunidad. 


Nos permite soñar en que aunque hoy por hoy tenemos mucha influencia de las estructuras occidentales y económicos que nos genera dependencias y generación de nuevas necesidades, tal vez, nuestros abuelos no las tenían. Ellos vivían en el bosque y del bosque. En el bosque está la comida, está la medicina, no había necesidad de buscar otros pueblos para poder sobrevivir. 


Ahora ya necesitamos viajar a otros lugares, al pueblo, a la ciudad, para buscar comida. Esas historias me permiten tener y sentir ese orgullo, pero todavía consciente de la presión social y la presión en la que nuestros gobiernos y nuestros líderes nos han ido impulsando, pero también me permite tener esa esperanza de que si somos más conscientes entonces nosotros podemos seguir construyendo esa comunidad en la que deseamos. No solo pensando en mi sino pensando en los que vienen de las siguientes generaciones. 


Si nosotros pudimos disfrutar ese calo de la comunidad entonces permitir y generar espacios y motivar a espacios en los que los guaguas [niños en Kichwa] puedan también disfrutar de esto que nosotros disfrutamos. 


Al generar esa forma de ser consciente de que todo lo que hacemos es una lucha, es una forma de resistencia y es una forma de presentarnos al mundo y a la academia y decir que nuestras estructuras comunitarias deben ser tomadas en cuenta cuando se toman decisiones, cuando se escriben artículos sobre pueblos indígenas. 


No somos un show comercial, somos una forma de vida que se debe respetar diciendo siempre que también nosotros respetamos las formas diferentes de vida. 

Déjennos vivir y ustedes también vivan como quieren vivir. 



47 views
bottom of page